había llegado a la conclusión de que la vida consistía en mucho más que aquello de lo cual era dueño. Quería y necesitaba a Dios, pero no entendía su vacío espiritual. En realidad, le intrigaba esta ausencia de Dios en su vida porque, según su propia evaluación, llevaba una vida recta y guardaba la ley (Marcos 10:20). Se consideraba a sí mismo un hombre bueno, no malo. Pero su valoración era el principal obstáculo para recibir la vida eterna; estaba sostenido por su propia perspectiva, su autoestima,
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